Viajar en bicicleta es como meditar. Cada pedaleo es una inspiración que te lleva a la abstracción. Hay momentos así en el viaje y cuando eso sucede te invade una sensación de libertad de la que es difícil de separarse. Hay quien necesita más o menos tiempo, pero al cabo de una semana empiezas a encontrarte contigo mismo. El Camino de Santiago hace el resto: el paisaje, el viento acariciándote la cara. Es sensacional. Es el ritmo perfecto para evadirte y además evitas los molestas ampollas del caminante.
Desde un punto de vista más pragmático la invitación para hacer esta ruta tiene que ver con las infraestructuras. El Camino de Santiago cuenta con una gran cantidad de servicios para cicloviajeros donde nunca faltan espacios para aparcar las bicicletas de manera segura o, como en nuestro caso, nunca tuvimos problemas para encontrar alojamiento para los cuatro. Después de hacer el Camino Francés, parte de las rutas de Francia e incluso una parte de Bélgica consideramos que la mejor manera de hacerlo es en bicicleta.
Ya a nivel personal este viaje fue una prueba de crianza, pero también unas vacaciones para recordar y un descubrimiento de una parte de España que desconocíamos. Todo incluido dentro del gran viaje alrededor de Europa. Quizás para ti sea completamente diferente, pero si estás pensando en hacer el Camino de Santiago en bicicleta, valora algunas de nuestras ideas para realizarlo.