Al subir las primeras rampas empezamos a descubrir el paisaje de la ciudad de Pontevedra con su ría. El día es muy claro y podemos ver incluso las islas Ons.
El paisaje del monte también nos gusta y el camino se hace muy agradable pedaleando por la estrecha y solitaria carretera.
Al final del recorrido solo queda una última rampa de bastante desnivel que nos hace poner a prueba las trikes en subida.
Ya en lo alto abandonamos el asfalto y nos adentramos en los caminos de tierra del monte. No llevamos GPS y tampoco tenemos una ruta marcada, así que nos dejamos llevar eligiendo la ruta en función de si nos gusta o no lo que nos encontramos. Los caminos se vuelven complicados por momentos, con pendientes fuertes y muchas piedras, así es como Adrián casi va al suelo debido al centro de gravedad más elevado de la Gekko fx.
Avanzando por el monte llegamos a otro punto desde el que podemos ver la ría de Vigo y puente de Rande. Ahí disfrutamos de las impresionantes vistas que nos brinda la ría.
El camino por el que seguimos avanzando empieza a descender y nos lleva hasta un enclave muy conocido de la zona de Pontevedra, el puente de Ponte Sampaio, lugar conocido por la batalla del mismo nombre en la que se luchó contra las fuerzas de del ejército de Napoleón en el 1808.
Y en el final de la primera parte del recorrido no podíamos perder la oportunidad de darnos un merecido descanso.
Para regresar a casa nos dirigimos a las salinas de Vilaboa, tramo que describimos en una anterior entrada y que enlazamos aquí.
El recorrido que hicimos fue prácticamente todo en subida y, exceptuado el tramo de carretera del inicio, su mayor parte discurrió por caminos con muchas piedras. Para nosotros resultó muy divertido poder hacerlo con la trike porque este vehículo hace que subir o descender una montaña sea muy lúdico. Es hacer deporte por un lado y disfrutar de la conducción de un trike por otro. ¿Qué más se puede pedir?